domingo, 19 de diciembre de 2010

CONQUISTA Y COLONIAS

II. Conquistas y colonias

La idea de la existencia de tierras al otro lado del océano Atlántico se remonta a la época de Platón, la geografía de Ptolomeo, los viajes de Marco Polo. También desde la antiguedad se sustentaba la idea de la redondez de la tierra.
En el renacimiento, el cosmógrafo Florentino Toscanelli hizo varios cálculos basados en la redondez de la tierra, que influyeron de gran manera en Colón. Según este estudioso el radio de la tierra era inferior al verdadero y la distancia a las islas de Occidente relativamente corta, hecho que animó a Colón en su empresa.

IV. Independencia de Bolivia

Los años difíciles que llevaron a la Audiencia de Charcas a su independencia de España, y su autonomía de los virreinatos del Perú y Rio de Plata dejaron a la nueva república en uns situación política inestable y una economía destruida. Los intereses de buena parte de América del Sur colocaron a Charcas en el centro mismo de un continente totalmente convulsionado.
La lucha se inició con las rebeliones de 1809, luego de las cuales llegaron a Charcas ejércitos provenientes tanto de la Argentina y Perú y de Colombia.

La situación de España en Europa

Durante el reinado de Carlos IV, España y Francia se aliaron, lo que permitió a los franceses penetrar a España a fin de atacar a Portugal, que era aliado de Inglaterra país que estaba dispuesto a frenar el avance de Napoleón sobre Europa.
Las tropas de Bonaparte ingresaron a España y ocuparon Portugal, obligando a los reyes portugueses a salir para el Brasil. En vista de estas circunstancias, España que ya estaba ocupada por los franceses, preparó la resistencia creando Juntas Provinciales de gobierno y una junta central ubicada en Sevilla. Mientras duró la ocupación francesa entre 1808 y 1814 las cortes trataron de conseguir la adhesión de todas las provincias españolas y también de las americanas, con este objeto José Manuel de Goyeneche fue enviado a Charcas como delegado.

La situación de la Audiencia de Charcas

La Audiencia de Charcas, que perteneció al Virreinato del Perú hasta el año 1776 en que se fundó el Virreinato de Buenos Aires, pasó a formar parte de la nueva jurisdicción en su integridad, incluyendo sus cuatro intendencias: La Paz, Potosí, Chuquisaca y Santa Cruz, esta última comprendía parte de Cochabamba, más las gobernaciones de Moxos y Chiquitos las que se erigieron como tales el año 1777, después de la expulsión de los jesuitas. Las gobernaciones de Moxos y Chiquitos dependían de la audiencia de Charcas en lo político y administrativo y de Santa Cruz de la sierra en lo militar.
El 3 de agosto de 1810, en plena guerra de la independencia, la Audiencia de Charcas volvió a la jurisdicción del Virreinato del Perú, siendo virrey José de Abascal. La ya declarada independencia de las provincias del Plata y las necesidades militares de un momento tan conflictivo como aquél fueron las causales inmediatas de esta transferencia, la cual afirmó la unidad y autonomía de Charcas que no se consideró ligada a ninguno de los dos virreinatos, ni al peruano ni al rioplantense.

Levantamiento de Chuquisaca

Desde 1797 la Audiencia de Charcas estaba presidida por el militar Ramón García de León y Pizarro que durante su gobierno estuvo preocupado por los problemas de abastecimiento y las obras municipales. El tribunal de la Audiencia estaba formado por cinco oidores, mismo que desde la creación de las intendencias había perdido poderes y tenía continuas discrepancias con Pizarro, que representaba al virrey, por lo que procuraron limitar su autoridad.
Entre tanto en España se había producido la invasión de Napoleón, la renuncia de Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII y, más tarde, en Bayona, Francia, en la entrevista que el monarca español sostuvo con Napoleón y la renuncia al trono en favor del francés. Es entonces que los españoles iniciaron la resistencia, formando una junta de gobierno en Sevilla.
Bajo estas circunstancias llegó a Charcas, como delegado de la junta, José Manuel de Goyeneche con la misión de conseguir apoyo de los virreinatos de Buenos Aires y Lima, antes se dirigió a Rio de Janeiro, donde tomó contacto con Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII, que pretendía gobernar sobre las posesiones españolas en América en hombre de este rey. De tal manera que la misión de Goyeneche tenía doble cara, por una parte como emisario de la junta de Sevilla y por otra actuaba como mensajero de Carlota.
A su llegada a Chuquisaca Goyeneche desencadenó las tensiones existentes entre la Audiencia y Pizarro. Mostró a la audiencia las credenciales que le había dado la junta de Sevilla, a lo que los oidores respondieron que debían deliberar antes de dar a conocer su decisión, a lo que Goyeneche amenazó con mandar presos a quines se oposieran. El arzobispop aplacó los ánimos y Goyeneche mostró entonces las cartas de Carlota Joaquina, declarándose heredera del trono de España, cartas que ya conocían el presidente Pizarro y el arzobispo. Después de esto Goyeneche se fue a La Paz.
Los oidores quedaron sorprendidos y es entonces que señalaron que se había creado un partido carlotino formado por Pizarro, Moxó y Goyeneche quienes eran partidarios de una anexión al Brasil y por lo tanto los consideraban "traidores a la nación" en tanto que la audiencia de Charcas permanecía fiel al rey. El objetivo de los "doctores" era independizar estos territorios de España.
Se produjo un total rechazo a los propósitos de Carlota Joaquina y se proclamó como único rey a Fernando VII, además el oidor López Andreu presentó un memorial a la audiencia condenando a Pizarro y Moxó y mostrando su aversión al virrey Liniers. Se formaron dos grupos el presidente y arzobispo y por otro lado la Audiencia más los "doctores" de Charcas que ponían en tela de juicio la ambigua conducta de las autoridades.
Pizarro viendo que la situación era grave, pidió ayuda a Paula Sanz, intendente de Potosí indicando que "todas las señas quieren quitarme el mando y eregirse en junta y desconocer la autoridad del Gobierno Superior".

Levantamiento de La Paz

En un principio los conspiradores paceños declaran como finalidad el defender los derchos de Fernando VII y por medio de ella, a la corte de Portugal exiliada en el Brasil. Las acusaciones se dirigieron contra el obispo de la cidad, Remigio La Santa y Ortega quién procedía de acuerdo con el obispo Moxó y el presidente Pizarro.
La mayor parte de los conspiradores era propietarios de haciendas, entre ellos había varios doctores graduados en Charcas como Mariano Michel, Juan Basilio Catacora, Juan Bautista Sagárnaga y Gregorio García Lanza. Estaba José Antonio Medina que era cura de Sicasica. Y entre los revolucionarios había algunos españoles como Pedro de Indaburo, Saturnino Castro y Sebastian de Figueroa. Todo este grupo reconoció como jefe a Pedro Domingo Murillo.
Murillo tenía como antecedentes el haber actuado durante la sublevación de Tupac Catari, prestando sus servicios al ejército real. Aprovechando la procesión de la Virgen del Carmen que se realizaba el 16 de Julio de 1809, detuvieron al intendente Tadeo Dávila mientras tocaban a rebato desde la catedral y llamaban a cabildo abierto. El levantamiento se realizó al grito de "viva Fernando VII". Mueran los traidores. Pedro Domingo Murillo fue nombrado jefe militar y Pedro Antonio de Indaburo como segundo. El día 17 se obligó a los españoles a presentarse en la plaza mayor y jurar alianza con los criollos y se quemaron los papeles de la real hacienda.
El 24 de julio se conformo la Junta Tuitiva, la que empezó a trabajar junto al cabildo que ejercía las funciones de gobierno en el que Murillo fue nombrado presidente de la Junta que tenía 12 representantes entre otros tres representantes indígenas. Por ese entonces ya circulaban en La Paz, manifiestos o proclamas cuyo texto señalaba: "hasta ahora hemos tolerado una especia de destierro en el seno mismo de nuestra patria".


Fin de la revolución de julio - La Paz

El virrey de Abascal ordenó a Goyeneche, presidente de la Audiencia de Cuzco, organizar tropas para dominar la sublevación de La Paz. El 30 de septiembre se disolvió la Junta Tuitiva y Murillo quedo al mando de la revolución, es entonces que envió emisarios a Goyeneche con el ofrecimiento de rendir la plaza a fin de evitar el derramamiento de sangre en la ciudad. En octubre se llegó a un acuerdo comprometiéndose los revolucionarios a reponer a las autoridades y entregar las armas.
El cura Medina, Castro y Rodriguez, que eran radicales en sus ideas, no estuvieron de acuerdo con la rendición, por lo que Castro y Figueroa huyeron a Chacaltaya. Murillo fue apresado por Indaburo que había quedado como comandante de las tropas rebeldes y que tampoco estaba de acuerdo con la rendición. Castro retorno a La Paz y dio muerte a Indaburo. Entre tanto Murillo fue apresado por Indaburo que había quedado como comandante de las tropas rebeldes y que tampoco estaba de acuerdo con la rendición. Castro retorno a La Paz y dio muerte a Indaburo, pero mantuvo preso a Murillo y se lo llevó con él a los Yungas donde su tropa pensaba resistir.
Los insurrectos al dirigirse a Yungas, encabezados por Castro, trataron de reunirse con Lanza, quien era uno de los últimos sustentadores de la causa patriótica después de los sucesos de julio, pero las tropas realistas los alcanzó y victimó cerca del río Mosetenes, Goyeneche dispuso que la cabeza de Castro sea exhibida en El Alto y la de Lanza en Coroico. Murillo logró escapar hasta Zongo junto con su hija, pero fue traicionado y entregado al ejército realista.
El 25 de octubre de 1809 Goyeneche entró en La Paz e inicio un juicio a los sublevados, En total doce rebeldes fueron condenados a la horca, a los demás se los condenó a prisión y destierro. Las sentencias se ejecutaron pese a que algunos realistas prominentes solicitaron clemencia. Se indica que Murillo antes de morir dijo "La tea que dejo encendida nadie la podrá apagar".
El crecido número de acusados y condenados nos muestra la magnitud del levantamiento que se inicio vivando a Fernando VII y que llegó a ser uno de los más radicales. Los protagonistas pese a las indecisiones propias de las circunstancias por las que atravesaban, a la hora de la muerte mantuvieron una dignidad de héroes.

Levantamientos indígenas en Cochabamba

El 25 de mayo de 1810 en la ciudad de Buenos Aires, después de llamar a cabildo abierto, se destituye al virrey Hidalgo de Cisneros y se crea una junta gubernamental, primando los conceptos de un gobierno autónomo que propiciaba el libre comercio. El potosino Cornelio de Saavedra preside esta junta de la cual formaban parte Juan José Castelli, Manuel Belgrano y Mariano Moreno.
No todo el virreinato estaba involucrado en este nuevo gobierno, tal ocurrió con el Alto Perú donde Vicente Nieto, presidente de la Audiencia, controlaba Chuquisaca, el intendente Paula Sanz controlaba Potosí y Manuel de Goyeneche la zona norte con La Paz y sus alrededores. La junta decidió enviar un ejército, denominado auxiliar, a liberar las provincias altas y, si era posible, llegar hasta Lima.
Todo era producto de un gran fervor revolucionario teñido, en algunos de sus participantes, de un jacobinismo inspirado en la revolución francesa. Así mismo había ideas dispares respecto a qué tipo de gobierno se quería alcanzar; por un lado estaban los monárquicos con Belgrano a la cabeza, quienes aspiraban reinstalar el imperio incaico, idea que fue combatida desde el periódico La Gazeta por Pazos Kanki cuya calidad de indio le daba gran autoridad en la materia. También se pensó en una monarquía de corte europeo y, finalmente, en un sistema republicano.

Levantamientos indígenas en Cochabamba

El 25 de mayo de 1810 en la ciudad de Buenos Aires, después de llamar a cabildo abierto, se destituye al virrey Hidalgo de Cisneros y se crea una junta gubernamental, primando los conceptos de un gobierno autónomo que propiciaba el libre comercio. El potosino Cornelio de Saavedra preside esta junta de la cual formaban parte Juan José Castelli, Manuel Belgrano y Mariano Moreno.
No todo el virreinato estaba involucrado en este nuevo gobierno, tal ocurrió con el Alto Perú donde Vicente Nieto, presidente de la Audiencia, controlaba Chuquisaca, el intendente Paula Sanz controlaba Potosí y Manuel de Goyeneche la zona norte con La Paz y sus alrededores. La junta decidió enviar un ejército, denominado auxiliar, a liberar las provincias altas y, si era posible, llegar hasta Lima.
Todo era producto de un gran fervor revolucionario teñido, en algunos de sus participantes, de un jacobinismo inspirado en la revolución francesa. Así mismo había ideas dispares respecto a qué tipo de gobierno se quería alcanzar; por un lado estaban los monárquicos con Belgrano a la cabeza, quienes aspiraban reinstalar el imperio incaico, idea que fue combatida desde el periódico La Gazeta por Pazos Kanki cuya calidad de indio le daba gran autoridad en la materia. También se pensó en una monarquía de corte europeo y, finalmente, en un sistema republicano.

Levantamiento en Cochabamba y otras ciudades

Antes de la batalla de guaqui, cuando Castelli se aproximaba a Oruro, el cacique del pueblo de Toledo (Oruro) encabeza un levantamiento indígena que había estado latente desde los sucesos de 1780 y el cual fue alentado por Juan Manuel Cáceres que escapó de las muertes ordenadas por Goyeneche después del levantamiento de La Paz. Cáceres había sido secretario de la Junta Tuitiva.
El presidente Nieto pide ayuda a Cochabamba, desde donde envían a Francisco del Ribero, Esteban Arze y Melchor Guzmán, quienes después de ver apaciguado el levantamiento de Oruro, retornan a Cochabamba negando, desde aquel momento, su ayuda al presidente Nieto y a la causa realista. En Cochabamba, el 14 de septiembre de 1810 Ribero proclama la causa de la independencia; se forma una junta de guerra y se llama a cabildo abierto el cual declara su adhesión al gobierno de Buenos Aires.
Santa Cruz también llama a cabildo abierto el 24 de septiembre de 1810 y se forma una junta integrada por el presbítero Salvatierra y el doctor Vicente Seoane. Algo más tarde, Tarija proclama su adhesión a la junta de Buenos Aires. En Oruro se levanta Tomás Barrón que recibe ayuda desde Cochabamba con un ejército comandado por Esteban Arze; Oruro estaba entre Potosí y La Paz, ambos centros ocupados por los realistas, por lo que tenía gran importancia estratégica.

Las Heroínas de la Coronilla

Después de la batalla de Guaqui y de su triunfo en Amiraya Goyeneche se dirigió a Cochabamba, y de allí a Chuquisaca y Potosí, con objeto de detener a los argentinos que ya estaban formando el segundo ejército auxiliar; para ello mandó a Picoaga a la fortaleza de Cotagaita de donde salió para enfrentar a los patriotas, comandados por Díaz Vélez en enero de 1812, venciéndolos nuevamente en Suipacha.
Después de este triunfo Goyeneche pensaba avanzar hasta Salta, pero tuvo que cambiar de planes al saber que Cochabamba se había levantado nuevamente. Su ánimo no era conciliador como la vez primera sino que iba dispuesto a dar un escarmiento a los rebeldes.
Para entonces Esteban Arze había coordinado con los jefes patriotas de Chayanta, Sicasica y Tapacarí, obstaculizando seriamente el movimiento de las tropas realistas. Para esa fecha, 1811, ya había un movimiento guerrillero considerable.
El encuentro entre las tropas de Arze y Goyeneche tuvo lugar en Pocona, en mayo de 1812. Arze fue vencido y Goyeneche avanzó hacia Cochabamba que preparaba la resistencia con muy escasos recursos. Se intentó un pacto con Goyeneche, pero éste pedía que les entregaran a los cabecillas. La ciudad se negó a hacerlo, especialmente las mujeres, y se atrincheraron en la colina de San Sebastián, en el lugar conocido como "la Coronilla". Goyeneche entró en Cochabamba el 27 de mayo, quebrando totalmente la heroica resistencia. Las tropas realistas se dieron al saqueo y los principales jefes revolucionarios fueron ejecutados.

Los movimientos indígenas en La Paz

Las tropas realistas trataban de controlar el altiplano pese a los constantes ataques de los guerrilleros. En 1814 La Paz fue ocupada por tropas independentistas venidas del Cuzco donde se había levantado, proclamando la independencia, el cacique Mateo Pumacahua otrora aliado de los realistas. Su actitud fue de adhesión a los hermanos Ángulo de Cuzco que se rebelaron apoyándose en el elemento indígena; rebelión que según el historiador peruano Vargas Ugarte, tenía mucha similitud con el levantamiento de Túpac Amaru en 1781. Como el movimiento indígena de 1814, pretendía extenderse al Alto Perú se envía un contingente a La Paz, encabezado por Juan Manuel Pinelo y por el cura Ildefonso de Las Muñecas, canónigo de la catedral de Cuzco. Pumacahua, entre tanto, fue a Arequipa junto con Vicente Ángulo pero, perseguido por las tropas realistas, fue apresado y ahorcado en Sicuani el año de 1815.
La figura de este cacique es una de las más controvertidas de la historia andina, muestra las indecisiones y angustias de quienes tuvieron que vivir el paso de la sociedad virreinal a la sociedad republicana.
Pinelo y Muñecas, bajaron con sus tropas por Azángaro y Carabaya donde se les plegaron millares de indios; llegaron a Puno y de allí se dirigieron a La Paz. Era intendente de la ciudad el marqués de Valdehoyos que se preparó para resistir. Los asaltantes tomaron la ciudad y apresaron al intendente. Cuatro días después de la entrada de los cuzqueños explotó el cuartel donde éstos estaban alojados, se culpó del desastre a Valdehoyos y los otros realistas que estaban en la ciudad, y empezó una matanza en la que perecieron José de Santa Cruz y Jorge Ballivián, padres respectivamente de Andrés de Santa Cruz y José Ballivián quienes serían posteriormente presidentes de la república de Bolivia. Para controlar la rebelión vino a La Paz el general Ramírez, entonces Pinelo y Muñecas huyeron a Larecaja. En La Paz algunos revolucionarios resistieron, entre ellos estaban dos mujeres: Vicenta Juaristi de Eguino y Simona Manzaneda. El general Ramírez entró en la ciudad en noviembre de 1814, encarcelando y fusilando a todos los comprometidos con los rebeldes. Fue nombrado intendente de la ciudad Mariano Ricafort.

Juana Azurduy

Juan Manuel Ascencio estuvo acompañado por su esposa Juana Azurduy, la cual dejando su papel de ama de casa dedicada a criar a sus cuatro hijos, abandonó el hogar y se sumó a la lucha por la independencia. Montada a caballo seguía paso a paso la contienda llevando consigo a sus hijos que, por su tierna edad, no pudieron soportar los avatares de la guerra, muriendo antes de que ésta termine. Sólo le quedó la menor, Luisa, quien acompañó a Juana en su larga vejez.
A la muerte de su esposo, Juana Azurduy fue nombrada “Teniente Coronel” por el gobierno argentino, reconociendo sus méritos durante la campaña. Habiéndose nombrado nuevos jefes de la insurrección Juana se retiró a Tarija, y de allí a Salta, donde permaneció hasta 1825. Fundada ya la república retornó a Chuquisaca donde murió pobre y olvidada el año de 1862.

Los Ejércitos Libertadores en el Norte

Fernando VII, después de aceptar la constitución de 1812 la deroga en 1814, iniciando un gobierno absolutista. La situación en el norte del continente sudamericano, por esos mismos años, era difícil.
En Caracas se había constituido la junta suprema conservadora, la cual empezó a actuar en forma autónoma. Esta junta envió como emisarios a Londres a Simón Bolívar y Andrés Bello. Allí Bolívar conoció a Miranda y ambos retornaron a Venezuela en 1810. En 1811 el congreso creado en Caracas con la participación de Miranda, declaró la independencia de Venezuela, naciendo una precaria república pues el general realista Monteverde, después de abatir a los rebeldes, restableció el antiguo régimen. Miranda cayó preso y Bolívar embarcó para Nueva Granada (Colombia), formando parte allí de las tropas revolucionarias.
Después de larga contienda, Monteverde abandona Caracas y Bolívar la ocupa, siendo nombrado presidente de la república. El año de 1816 los realistas se apoderan nuevamente de Venezuela y Bolívar huye a Jamaica, de allí pasa a Haití, retornando poco después a Venezuela con mayor ímpetu. Toma el camino de la Angostura y forma allí un gobierno que él mismo preside, al cual titula “República de Colombia”. El congreso de Caracas se reunió en 1819 y Bolívar inicia sus campañas.
Después de los triunfos en Boyacá (1819) y Carabobo (1821) los Ejércitos Libertadores estaban consolidados en el norte y, es entonces, que Bolívar emprende su gran sueño: la libertad de toda América. Vence la resistencia de Pasto y Popayán (sur de Colombia) y avanza rumbo a Quito, esta vez encomendando las tropas al general José Antonio de Sucre quien vence en Pichincha. Andrés de Santa Cruz participó en esta batalla al lado de los patriotas.
El Virreinato del Perú formado después de 1811 por el territorio comprendido entre Potosí y el norte del Perú, era el único reducto realista y estaba dentro de una tenaza formada por los ejércitos libertadores. El general José de San Martín controlaba el sur y los ejércitos de Bolívar el norte.


Simón Bolívar

Simón Bolívar nació en Caracas el año de 1783. Tuvo por maestro a Simón Rodríguez quien lo inició en la lectura de Rousseau y los enciclopedistas. Hijo de una familia acaudalada realizó sus estudios en España. Pasó a Italia y, acompañado de su maestro, subió al monte Aventino en Roma, jurando allí dar libertad a América. Volvió a su patria, realizando en 1810 un nuevo viaje a Europa acompañado de Andrés Bello, entonces pudo ver el debilitamiento de España a raíz de la invasión napoleónica.
Bolívar tuvo una inteligencia excepcional y una gran clarividencia para prever el futuro de América. En lo personal era un hombre cultivado y seductor. Estuvo casado en su juventud con su prima Teresa de Toro de quien quedó viudo muy joven.
Bolívar, al retornar nuevamente a Venezuela, luchó contra !a dominación española dispuesto a cambiar el sistema imperante en toda América. Después le diversos acontecimientos en la lucha entre las fuerzas patriotas y las realistas, Bolívar entró Triunfante en Caracas el año de 1813, donde fue proclamado “Libertador”. Pero aún le esperaban muchos contratiempos para llamar al congreso de la Angostura a cuya asamblea presentó un proyecto de constitución y propuso la unión de Colombia y Venezuela. Este sería el primer paso, que luego fracasó, en el que se ve la idea del "Libertador" de unir en una gran nación a tocia la América Hispana. Con esta idea Bolívar avanzó hacia el sur con el fin de llegar a Lima que era la sede del virreinato más poderoso de América del Sur. A su paso por Quito conoció a Manuelita Saenz que fue el gran amor de su vida.
Estando en Quito concertó una entrevista con el general San Martín en Guayaquil, después de la cual el general argentino se retiró del escenario de la guerra. Esto hizo que Bolívar encontrase el campo expedito para realizar su gran sueño: la unión americana. En estas circunstancias se inicia el proceso de la creación de Bolivia. El general Sucre comunicó a Bolívar el resultado de la asamblea que tuvo lugar en Chuquisaca, declarando la Audiencia de Charcas un territorio independiente de los dos virreinatos, el del Río de La Plata y el del Perú. Bolívar no vio con buenos ojos esta decisión contraria a la idea de una unión americana; sin embargo, con halagos, los altoperuanos supieron doblegar su ánimo y al fin aceptó la realidad, y al mismo tiempo el cargo de presidente de la nueva república la que llevaría su nombre.
Después de breve estadía en Bolivia donde dejó la “constitución Vitalicia”, Bolívar dejó a Sucre en el gobierno y retornó a Colombia (1827) a la que encontró sumida en una guerra civil a consecuencia de la cual Colombia y Venezuela se separaron (1829). En tanto Perú había abolido la “Constitución Bolivariana” y Bolivia había hecho otro tanto con la “constitución Vitalicia”. La audiencia de Quito, por su parte, se había constituido en república independiente.
Amargado al ver como se derrumbaba su obra renunció al poder en 1830 y se retiró a Santa Marta, allí le comunicaron el asesinato de su gran amigo y colaborador, el mariscal Antonio José de Sucre. Bolívar murió en diciembre de 1830.

Batallas de Junin y Ayacucho

Alejado Bolívar de la caótica situación que se había suscitado en Lima, decidió bajar al sur, al encuentro de La Serna, con un ejército de 8.500 hombres. Las fuerzas realistas llegaron a tener en total 16.000 hombres, pero 3.000 estaban con Valdéz en el Alto Perú y 4.000 estaban con Olañeta quien se había declarado rebelde ese año de 1824. De este modo antes de Junín ambas tropas, realistas y patriotas, estaban equilibradas.
La batalla tuvo lugar el 6 de agosto de ese año, para entonces, Andrés de Santa Cruz formaba parte del Estado Mayor de Bolívar, en tanto que Sucre, Gamarra y Burdett o'Connor comandaban el cuartel general. En el ejército realista estaba como jefe el general José Canterac. Presenció la batalla el general Miller quien en sus “Memorias” relata el desarrollo de la misma que fue favorable a las tropas de Bolívar.
Dos días antes de la batalla de Ayacucho, que tuvo lugar el 9 diciembre de 1824, Bolívar envió una circular a los gobiernos de Colombia, México, Río de la Plata, Guatemala y Chile invitándolos a reunirse en Panamá para conformar una asamblea que, según Bolívar, debía servir de “punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos cuando ocurran dificultades”. Estuvieron ausentes de este congreso Argentina, Chile y Bolivia, esta última por hallarse todavía en plena guerra de la independencia. Los pactos acordados en esta asamblea no se cumplieron, pero el valor de los documentos de confraternidad entre los americanos sigue intacto.
Canterac, después de la derrota, se dirigió a Cuzco a combinar esfuerzos con el virrey La Serna. El total de las tropas realistas intentó cerrar el paso a Sucre que avanzaba hacia el sur, pero esto no fue posible pues Sucre se posesionó de la pampa de quinua frente a la ciudad de Ayacucho. Comandaban las fuerza; patriotas, junto a Sucre, el general La Mar, Gamarra, O'Connor y Miller, pero no estuvo presente en esta batalla el general Santa Cruz que expresamente había sido destinado a un cargo administrativo. Las tropas realistas fueron comandadas por La Serna, Carratalá y Canterac.

La victoria favoreció a las tropas patriotas y se firmó la Capitulación de Ayacucho que fue generosa para con los vencidos quienes pudieron retornar a España sin sufrir ninguna clase de represalias.
Consumadas las batallas de Junín y Ayacucho el general Olañeta mantenía su actitud, y es entonces que envía a su sobrino Casimiro a la costa para conseguir armas, éste desvía su camino y se dirige al Desaguadero a dar encuentro al mariscal Sucre. Era enero de 1825. En abril de ese año muere Pedro Antonio de Olañeta en Tumusla, víctima del motín del regimiento de chicheños que estaba comandado por Carlos Medinaceli. Este hecho facilitó la penetración de las tropas colombianas a todo el Alto Perú que se posesionaron del territorio sin disparar un solo tiro.


Sucre en el Alto Perú

Casimiro Olañeta llegó al Desaguadero el 3 de febrero de 1825 donde ya estaba el mariscal Antonio José de Sucre, procedente de Cuzco. Ambos cabalgaron lado a lado rumbo a la ciudad de La Paz donde, el 9 de febrero, se promulgó el decreto en el que se basó la independencia de Bolivia. La parte considerativa del decreto dice:
Que al pasar el Desaguadero el Ejército Libertador ha tenido el solo objeto de redimir las provincias del Alto Perú de la opresión española y dejarla en posesión de sus derechos.
Que no corresponde al Ejército Libertador intervenir en los negocios domésticos de estos pueblos. Que es necesario que estas provincias dependan de un gobierno que provea a su conservación, puesto que el ejército ni quiere ni puede abandonarlas a la anarquía y al desorden.
Que el antiguo Virreinato de Buenos Aires, a quien ellas pertenecían al tiempo de la revolución de América, carece de un gobierno general que represente, completa, legal y legítimamente la autoridad de todas las provincias, y que no hay, por consiguiente, con quien entenderse para el arreglo de ellas. Que, por tanto, ese arreglo debe ser el resultado de la deliberación de las mismas provincias, y de un convenio entre los Congresos de Perú y el que se forme en el Río de la Plata.
El decreto llama a una asamblea deliberante para que las provincias del Alto Perú decidan su suerte y se establece que se nombre un diputado por cada provincia. Se señala el 10 de abril para una reunión en la ciudad de Oruro. La fecha fue pospuesta y la asamblea tuvo lugar en Chuquisaca.
Se sabe que Sucre había enviado desde Puno un borrador del decreto a Simón Bolívar quien lo recibió con desagrado, pues el propiciar la autonomía del Alto Perú era un duro golpe para su proyecto Pan - Americano. En realidad, el genio propio del Libertador veía el porvenir de América en la unión de lo que fueron las antiguas colonias españolas, en tanto que Sucre tenía una visión más apegada a la realidad y adecuada a las circunstancias políticas que se vivían en ese momento. A través de Olañeta, el mariscal de Ayacucho vio muy claro el deseo de autonomía de los altoperuanos, aspiración muy antigua, pues siempre fueron renuentes a sujetarse tanto a Lima como a Buenos Aires.
Sucre, como colombiano que era, no veía con buenos ojos el engrandecimiento del Perú, país con el que Colombia empezaba a tener grandes dificultades. La autonomía de la audiencia de Charcas era, sin duda, una carta a favor de Colombia. En esta autonomía coincidió con Casimiro Olañeta, aunque por razones muy diferentes, pues Olañeta pensaba en una nación no sujeta a los intereses foráneos como había ocurrido hasta ese momento. El historiador J. L. Roca, que estudia cuidadosamente la actitud del procer boliviano, nos dice. “Charcas pugnaba por liberarse del triple dominio español, peruano y bonaerense el cual ponía trabas a las aspiraciones de burócratas, terratenientes, militares y comerciantes locales. La preocupación de Olañeta en su condición de jefe natural de esas clases criollas en ascenso, consistía en resolver lo que hoy llamaríamos la cuestión nacional.
Un problema muy debatido es si Olañeta tuvo que ver con el decreto del 9 de febrero; sabemos que lo fundamental del texto ya estaba redactado y enviado a Bolívar antes del 3 de febrero, sin embargo, la emisión del citado decreto y su redacción final se hizo cuando Sucre y Olañeta estaban juntos. Ambos tenían interés en que se reúna la asamblea de los representantes altoperuanos que obrarían “por cuenta propia”, aunque sus decisiones quedaban sujetas a la aprobación tanto de Buenos Aires como de Lima.
Que Sucre tomó consejo de Olañeta en aquella ocasión es evidente pues el 4 de febrero, al día siguiente de la llegada de Olañeta, Sucre escribe a Bolívar desde Ilabe en los siguientes términos: “Me ha dicho el doctor Olañeta que él cree no sólo difícil sino imposible reunir las provincias Altas a Buenos Aires: que hay una enemistad irreconciliable, o que se quedan independientes o agregadas al Perú; porque el voto de los hombres de juicio está por pertenecer al Perú en cuyo caso quieren la capital en Cuzco, o más cerca de ellos”. Es posible que Olañeta al dar esta información pensara en Santa Cruz cuya idea de anexión al Perú es bien conocida, asimismo tendría en cuenta que en ese momento Bolívar gobernaba en el país vecino, razón por la que no menciona una posible separación del Perú, aunque personalmente Olañeta deseaba la autonomía, cosa que demuestra a través de toda su vida.

Creación de la República de Bolivia (Asamblea Constituyente)

De acuerdo a lo establecido por Sucre se eligieron los representantes para la asamblea que tuvo lugar en Chuquisaca al 10 de julio de 1825; ésta fue presidida por el chuquisaqueño José Mariano Serrano que se había destacado en el congreso de Tucumán de 1816. El presbítero José María Mendizábal, natural de Jujuy, fue elegido vicepresidente. Entre los asistentes sólo estaban dos veteranos de la lucha por la independencia: José Miguel Lanza y José Ballivián, lo que muestra que en los 16 años de contienda muchas cosas habían cambiado, en su mayoría los grandes idealistas habían muerto y el control político estaba ahora en manos de hombres de letras, muchos de ellos formados aún en el antiguo régimen. Andrés de Santa Cruz fue elegido diputado por La Paz pero declinó la nominación. Entre los participantes cabe destacar a Casimiro Olañeta y Manuel María Urcullu, éste último fue encargado de redactar las actas. Después del discurso inaugural de Serrano y un mensaje del general Sucre, el cual fue leído, habló Olañeta como el mejor y más convincente orador de su tiempo, él expuso la idea de que era imposible pensar en la unión a las provincias del Río de la Plata. Pidió luego la palabra Gutiérrez, diputado por La Paz, sosteniendo que lo que fue la Audiencia de Charcas debía mantenerse unida al Perú. Esta opinión fue refutada por Moscoso y apoyada, sesiones más adelante, por Olañeta y Serrano que defendieron calurosamente la idea de la independencia total. La discusión terminó el 28 de julio y en agosto se votó por tres opciones:
¿Se unirían las provincias del Alto Perú a la Argentina o se declaraban separadas, por ser esto más conveniente a sus intereses y felicidad?
¿El Alto Perú quedará unido con la República del Bajo Perú, o también se declarará separado?
¿Los departamentos del Alto Perú se erigirán en Estado soberano e independiente de todas las naciones, tanto del Viejo como del nuevo Mundo?
Prevaleció el sentimiento mayoritario por la auto­nomía, pues la primera proposición no tuvo ningún voto a su favor, la segunda sólo dos y la tercera fue aprobada por la asamblea en pleno.
Se formó una comisión para redactar la “Declaración de Independencia” formada por siete miembros entre los que estaban Serrano, Olañeta, Urcullu y Mendizábal. Los 48 representantes firmaron en forma unánime el texto, una de cuyas partes dice: “Las provincias del Alto Perú firmes y unánimes en tan justa y magnánima resolución, protestan ante la faz de la tierra entera que su voluntad irrevocable es gobernarse por sí mismas y ser regidas por la constitución, leyes y autoridades que ellas propias se diesen y creyesen más conducentes a su futura felicidad”. El acta se firmó el 6 de agosto de 1825, en conmemoración de la batalla de Junín.

La creación de Bolivia fue el producto de 16 años de lucha la cual permitió, a los nativos y residentes de la audiencia de Charcas, ver como la situación estratégica de su territorio y su gran riqueza eran fundamentales para quienes deseaban construir una América Nueva. Pasada la avalancha de españoles, argentinos, peruanos y más tarde colombianos, los habitantes de estas tierras recogieron los despojos de la guerra, y así se dispusieron a construir su propia patria

1 comentario:

  1. Gracias !!!
    Muchísimas gracias por la información.
    Saludos desde el Trópico boliviano.

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